viernes, 7 de octubre de 2011

Reflexiones

Hace ya un breve tiempo que, mi corazón ha comenzado a echar raíces en este espacio de calmo mar y verde valle, y mientras más me amarro a las calles y los cerros, mientras más seres se cruzan en mi camino, por ratos, más sola me siento.

La vida me da alegrías y me las quita en nombre de mi ansiedad.

Ansiedad, es como otros llaman a mi necesidad de un abrazo, de una simple conversación.

Lo correcto dicen, es aceptar sin quejas, reproches o exigencias  lo que sabría que mi conducta traería.

¿Mi conducta, no querer usar mascaras que oculten mis temores y mis amores?

Entonces repito, vengan a mí más horas de silencio, sin una palabra, sin una sonrisa o una suave caricia, pues, no participare en este baile de máscaras que a tantos les gusta.

Vivo la vida, mirando de frente y con la palabra en los labios y en mis manos.

No complaceré a los que pretenden normar la forma que cada cual, naturalmente tiene para transitar los caminos que la vida te va mostrando.

No quiero más que la libertad de sentir que estoy viva, y sabemos algunos, que nuestro derecho a vivir así, a otros les complica sus propio deambular en busca de un sentido para continuar.

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