viernes, 15 de febrero de 2013


Aguas Tranquilas


Una escapada para caminar por el paseo de la Caleta, entre niños corriendo y parejas abrazadas frente al mar tranquilo.
El calor me hacía buscar la sombra y entre el gentío, divisé a Soledad, sonriéndole a la vida.
Como muchos otros, apuntaba el lente de la cámara fotográfica sobre el paisaje, más, su objetivo no era el rasante vuelo de los pájaros o el sutil vaivén de las olas; su mirada reposaba en la sonrisa de un hombre.
Ambas sabíamos que la vida sigue su girar y girar, y que, en cualquier momento nos volveríamos a encontrar. Nuestras vidas son un eco simultáneo, una voz en armonía.
Recuerdo que la última vez que compartimos un espacio, fue en esa salida al Valle. En ese entonces, no tuvimos ocasión de cruzarnos, pero las dos sentimos nuestra presencia. Ella suele decir que yo, me adelanto a su llegada y que siempre estoy cerca, para poder atestiguar su andar y luego, en palabras relatar.
Soledad esta feliz, pues ve el reflejo de su amor sobre quien tiene la generosidad de cobijarla.
La observo; su postura, sus gestos, su silencio y su respirar, dibujan en mi mente extensos campos de vid, caminatas abrazados entre la gente, besos clandestinos y una cama junto a una ventana que cuela los sonidos de la calle y aplaca el calor intenso de los cuerpos en divina unión.
Conozco a Soledad, como si fuera yo misma. Tantas historias que me ha dado a contar.
¿Quién es ese hombre que la hace ver tan diáfana?
Lo observo; él le sonríe y sin embargo, su mirada vuela por sobre ella, esta en una aparente y contenida tranquilidad, ella es hoy su refugio, más no es su remanso. Su rostro tiene los surcos de la vida y le sonríe al reflejo distante de un querer.
¡Ay Soledad! Nuevamente haz vaciado tu amor sobre un estanque lleno y sé que lo intuyes, por eso quieres atrapar su imagen, su ser, en todo el tuyo. Haz intervenido el paisaje con tus suaves caricias y mimos, creyendo que pintas el infinito.
Soñadora y enamorada, volverás a navegar por plácidas aguas, luego que te enfrentes a la tormenta que se avecina.
Te estaré esperando en otro lugar, confiando ver nuevamente la luz, con que iluminas el camino de quien se ha perdido.
Hasta pronto, te dejo para poder contar una novel historia, sobre las aguas quieta

1 comentario:

  1. El acto de "flâner" como tópico crónico de una excusa narrativa se te da, más aún, como naturaleza en búsqueda de ella. Suelo espiar a las personas que espían a otras.

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