sábado, 6 de agosto de 2011

Ella también esta aquí.

Ella también esta aquí



Tiempo antes de partir desde la querida Cartagena, me enteré que Clyo había partido también. Lamente no haber podido despedirme y conocer sus razones para dejar ese lugar.

Como saben algunos, mi viaje no fue muy largo, sólo unos cuantos kilómetros, siempre tras  una bahía que me proteja.

En este nuevo espacio, he tenido que comenzar a caminar por senderos desconocidos, pero que por fortuna, están plenos de magníficos paisajes que deleitan los sentidos.

Aún no recorro todos los mil caminos trazados antaño por otros, sin embargo, me he llevado una que otra sorpresa totalmente inesperada, como la que paso ahora a relatar:

Era un camino de tierra, escoltado por árboles y plantas de perenne verdor, todo zigzagueaba en armónica cadencia y yo, me movía como si una lejana música conocida me invitara a bailar. Al acercarme a la base donde se encontraba enclavado el conocido Faro, tuve que detenerme de improviso, pues ante mi, un hermoso pájaro batía sus alas, pero, lo etéreo del movimiento me impulso a llegar hasta él. Camine sigilosamente y al estar a menos de un metro, la sorpresa fue aún mayor, ya que no había tal pájaro, sino, una mujer que se envolvía en una túnica de largas y anchas mangas, que al abrir sus brazos al viento, se agitaban dando la impresión de ser sus alas.

La curiosidad ya estaba presa en mí, avance. Ella estaba de frente al inmenso océano; su rostro era la perfecta armonía de las emociones, su piel tersa brillaba al sol del atardecer, su boca dibujaba una dulce sonrisa, los ojos bailaban, mientras que por sus mejillas, corrían saladas lágrimas.

Guarde silencio casi ceremonial, había algo muy familiar en esa escena. Mi cuerpo se encontraba subyugado ante el paisaje completo y mi corazón hacía sentir su presencia dentro de mí. Sólo deseaba ver quien estaba representando en carne propia, la más fuerte conmoción anímica que he sentido desde que llegue hasta aquí.


El tiempo estaba paralizado, como mi respiración se detuvo al ver, al reconocerla…era Clyo. Una sonrisa fue su saludo.

Me acerque al barandal para observar el romper de las olas a los pies del Faro y confirmar que ya era parte de este lugar.

Ambas nos tomamos unos minutos más, en completo silencio, y al ponerse el sol en el particular horizonte circular de la bahía, decidimos emprender la retirada de aquella reserva de paz.

Desandamos el camino de tierra y verdes árboles, caminamos la ruta del regimiento hasta llegar al paseo del mar. Recién allí el sonido de nuestras palabras tuvo eco en nuestros oídos.

Porqué aquí? Le pregunte, a lo que ella respondió: Quería conocer el lugar que elegirías. ¿Cómo, tú sabías que vendría hasta acá?, no nos habíamos visto desde ese día en el malecón, ni yo sabía entonces de mi partida.

Aún no te das cuenta, que yo soy quien te acompaña en tus historias?

Entonces, puedes decirme lo que he de escribir?

No, yo sólo soy testigo de lo que luego contare, através de tus relatos.

Por ahora, ambas recorremos los parajes de hombres y mujeres que se cruzan sin advertirnos aún. Pronto comenzaras a construir nuevas historias, historias que harán que mi existir tenga razón de ser en esta ciudad - mar que haz elegido.

Sin decir más, se escabullo entre las luces de las farolas que, a esa hora ya se encendían.

Sabía que nos volveríamos a encontrar, por eso no la detuve.

Clyo, la musa de las historias me había revelado su presencia aquí.


1 comentario:

  1. Sole, me encanta tus historias estas creciendo mucho y me haré una fans tuya , sigue así , te quiero mucho.

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